Esta semana un cliente nos hacia llegar la foto que copiamos en el artículo. No sabemos la intención ni el mensaje que quería transmitirnos con ello, supongo que, en estos días raros, gran canción de Vetusta Morla por cierto, nos ponemos a pensar mas, y a plantearnos las cosas de otro modo, a prometernos revertir situaciones cuando volvamos a la normalidad. Sea como fuere, y por alusiones, nos ha encendido una mecha para escribir sobre lo que nos suscita a nosotros.
En estos casi 24 años que Servicio10, cumpliremos con suerte a la salida del confinamiento el día 9 de mayo, lleva reparando equipos electrónicos, han pasado por nuestras manos miles y miles de teléfonos móviles, datáfonos, ordenadores, televisiones, portátiles, tablets y un largo etc. Y podemos dar testimonio con objetividad de los cambios en el sector. La foto puede tomarse de forma mas amplia, pero nosotros hablaremos de nuestro libro.
Al principio de la telefonía móvil el fin no era mas que comunicar y lo estético y la moda, o lo hype y lo trending no eran términos ni inventados. El que quería un móvil no tenía mucho donde elegir, fue Motorola quien sacó el primero al mercado, una caja enorme que casi contaba como equipaje y fue Ericsson quien pronto cogió la batuta. Elegir color no entraba dentro de las opciones y si se te rompía, a esperar. Ni gama baja, media ni alta. Lentejas.
Suponemos que eran momentos mas fáciles para el cliente y la toma de decisión se reducía a lo que tuvieses en la cartera. Pronto la novedad se convirtió en necesidad y hoy son mas de 5000 millones de teléfonos que existen en el mundo con una vida media de 15 meses, aunque podrían durar hasta 5 años. Aun con la polémica obsolescencia programada, que da para 5 artículos y múltiples debates, hemos tocado el zenit del capitalismo. Existe tanta oferta y es tan grande la lucha de precios que a veces reparar parece ir contra el sistema. Grandes marcas como Apple o Samsung, con móviles que llegan hasta los 2000€, sacan equipos nuevos cada año sin ninguna mejora significativamente. Una cámara de fotos mejor, un color nuevo, redondeo las esquinas, las vuelvo a poner rectas, te saco 2 tamaños diferentes y a esperar que se formen colas para comprarlo.
¿Y qué supone para un servicio técnico? Aquí habría que diferenciar entre dos vías, la de un SAT oficial y la de un no oficial (reparación con piezas compatibles).
El primer caso sobrevive gracias al volumen, pero rara vez hay casos en los que un solo SAT lleve el 100% de un fabricante y hay que compartir los escasos márgenes con la competencia.
En el segundo caso también se requiere de volumen, pero tiene la opción de abrirse a todas las marcas y los márgenes los ponen ellos. El problema reside en el sinfín de modelos y piezas con las que stockarse y con una bajada progresiva año tras año del volumen a reparar debido al auge de las gamas medias y bajas con marcas como Xiaomi, Huawei, Oppo o Alcatel donde un leve fallo puede ser la excusa perfecta para comprarse un móvil mas actual y novedoso, dejando a los servicios técnicos mendigando en los precios y compitiendo entre ellos.
En Estados Unidos se está creando un lobby cada vez mas fuerte que reclama que ellos mismos puedan reparar sus equipos electrónicos y en Europa se esperan medidas en este aspecto, pero, y por suerte para nuestro sector, esto tiene pinta de dilatarse.
De todas maneras, y si se mueven bien las fichas, el negocio de la electrónica debería tener futuro, no solo en productos de telefonía, que también (la tecnología solo avanza), si no en la multitud de robots y equipos que quedan por inventarse.
El conocimiento técnico propio que podamos adquirir siempre nos resolverá un apaño para salir del paso, pero se necesitaran centros técnicos donde llevar acabo las reparaciones tediosas.
Rizando el rizo, no sería extraño pensar, que debido a la explotación de la tierra para la obtención de materiales y cuando la conciencia social se afiance, que lo hará, que vivamos un auge en el reciclaje y reparación de equipos.